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Psicoterapia y Consejos

 

¿Qué es el estrés?

El estrés es un trastorno psicológico más común de la sociedad actual y que puede degenerar en un grave enfermedad. Se trata con psicoterapia y otras terapias naturales y alternativas.

Estrés
​Los medios de comunicación suelen difundir ciertos estereotipos de las víctimas del estrés: altos ejecutivos que padecen hipertensión arterial y hombres de empresa cuyas úlceras gastrointestinales se agravan con interminables comidas de negocios. Pero la realidad es que nadie está exento de sufrir los efectos de este mal de nuestro tiempo y sus complicaciones; cualquiera que afronte cambios importantes o nuevos retos en su vida se halla expuesto a sucumbir al estrés; por eso hay que aprender a lidiar con él para mantenerlo a raya.

El estrés no es nocivo en sí mismo; forma parte de la vida diaria y por eso resulta inútil tratar de evitarlo. Si se afrontan en forma apropiada, los cambios y los retos avivan la imaginación e impulsan a alcanzar nuevas metas. Quienes disfrutan la vida y logran sus objetivos suelen ser personas que han aprendido a reaccionar ante el estrés de una manera equilibrada.

La víctima del estrés, en cambio, no consigue adaptarse a las presiones como quisiera; por ejemplo, quizá tenga la costumbre de guardar en un cajón los recordatorios de pago para tratar de olvidarlos en vez de afrontar la situación y buscar maneras prácticas de administrar su dinero para no seguir endeudándose. Dar la espalda a los problemas en ocasiones da resultado, pero cuando ese modo de proceder se convierte en hábito y en el único recurso con que se cuenta, la consecuencia suele ser un estrés acumulado. Por fortuna, la solución a menudo se halla en manos de la propia persona.

La tarea de combatir el estrés consiste en intentar responder de la mejor manera posible ante cada exigencia de la vida. No hay un método sencillo para lograrlo, pero los expertos recomiendan seguir estas cuatro vías:

 

  • Reconocer los signos. El estrés no sólo afecta al cuerpo y la mente de la persona sino también a sus sentimientos y modos de actuar; sus síntomas, que pueden adoptar muchas formas, con frecuencia son resultado de un aumento en la tensión muscular, como dolor de cuello, bruxismo, dolor de cabeza, sentir un “nudo en la garganta”, dolor de espalda, risa nerviosa, estremecimientos, tics y parpadeo frecuente. Si no se reduce, la tensión muscular puede propiciar la aparición de síntomas y afecciones más graves como hipertensión, migraña y trastornos digestivos, en particular el síndrome de colon irritable.
    Otros síntomas comunes son taquicardia, hiperventilación, palpitaciones, sudoración, resequedad de boca y garganta, dificultad para deglutir, insomnio y otros trastornos del sueño y, en algunos casos, desmayo, mareo, sensación de debilidad y falta de energía. Entre los signos de estrés que afectan el pensamiento, las emociones y el comportamiento están mala concentración, ansiedad o temor sin motivo aparente y periodos de irritabilidad y perfeccionismo seguidos por accesos de depresión y apatía. Otras señales de alarma son los hábitos autodestructivos como comer y beber en exceso, el tabaquismo, el uso de tranquilizantes sin prescripción médica e incluso la propensión a los accidentes.

 

  • Identificar las causas.
    Una vez detectados los signos, el paso siguiente es reconocer las causas, a las que los médicos y los psicólogos llaman “factores de estrés”. Estos factores son cualquier situación que haga perder los estribos, que plantee un reto difícil o que desencadene un cambio, aunque sea por un tiempo breve. Algunos factores de estrés son internos, como angustiarse ante el vencimiento de una hipoteca, tener que comer un alimento que a uno le desagrada e incluso padecer una enfermedad física; otros son externos: por ejemplo, estar en un lugar ruidoso o insalubre, oír sonar el teléfono en forma incesante, las presiones de trabajo o el llanto de un bebé. Otros factores de estrés de la vida moderna son tener que mudarse de casa, cambiar de empleo, afrontar un divorcio, soportar el bombardeo de información de la radio y la televisión y tener miles de opciones de compra de bienes materiales. Asimismo, a muchas personas les preocupa el deterioro acelerado de los recursos naturales del planeta y el elevado índice de contaminación ambiental.
  • Conviene hacer una lista de los factores de estrés que uno afronta habitualmente, sin olvidar que los sucesos agradables pueden ser tan apremiantes como los desagradables. El tener un hijo, por ejemplo, no sólo dará alegría y satisfacción a una pareja de recién casados, sino también noches de desvelo, nuevos gastos, preocupaciones y cambios en las actividades cotidianas. Incluso ir de vacaciones al extranjero puede plantear dificultades, como no cambiar divisas a tiempo, perder las reservas de hotel y sentirse aislado por razones de idioma y costumbres.

 

  • Determinar el modo de reaccionar. Las personas a veces responden en forma diferente ante un mismo factor de estrés, e incluso alguien puede reaccionar de maneras distintas según cada ocasión. Hay tres modos principales de reaccionar ante el estrés, cada uno de los cuales se manifiesta en situaciones específicas; ninguno de ellos puede considerarse mejor que los otros, pero los problemas surgen cuando se tiende a depender de un solo tipo de respuesta sin sopesar sus ventajas e inconvenientes:


Estrés - Reacción de lucha.

Esta respuesta puede ser externa o interna. La primera implica hacer frente a los problemas en forma directa, en ocasiones antes de que surjan. Quienes dependen de este tipo de reacción suelen ser ambiciosos y competitivos; logran sus objetivos con relativa facilidad, se obligan constantemente a obtener mejores resultados y se impacientan o enfadan si los contradicen. Otra característica es que tienen dificultad para relajarse y son propensos a los trastornos cardiacos.

Las personas que recurren a este tipo de respuesta en forma interna, por otro lado, dan la apariencia de ser muy organizadas y hasta cierto punto insensibles; tienden a ser sistemáticas y no aceptan voluntariamente las sugerencias de cambio. En muchos casos terminan padeciendo trastornos digestivos como síndrome de colon irritable o úlceras estomacales.


Estrés - Reacción de huida.

Consiste en evitar los problemas a toda costa, ya sea fingiendo que no existen o dándose por vencido y dejando que otras personas los resuelvan; en el mejor de los casos, puede volver prudente y cuidadosa a la persona, pero es más común que la haga perder el control sobre sus actos y se vuelva dependiente de los demás.

Quienes recurren a este tipo de respuesta casi nunca dan cauce a sus potencialidades ni aprenden a expresar sus sentimientos; entre los riesgos que corren están el aislamiento, la soledad y, en los casos graves, accesos de depresión que pueden desembocar en cáncer.


Estrés - Respuesta pasiva.

Implica aceptar los factores de estrés sin tratar de combatirlos ni de evadirlos, es decir, dejarse “llevar por la corriente” y actuar según los dictados de la conciencia y las exigencias del momento.

La persona que responde de esta manera corre riesgo de ser tachada de indolente e indecisa; además, le cuesta trabajo emprender acciones y a veces siente que nada vale la pena. Otra característica suya es que se vuelve propensa a los accidentes y las enfermedades, así como presa fácil de las modas y los fanatismos.

 

Desarrollar una nueva estrategia. Una vez determinado el modo de reaccionar ante el estrés, hay que adoptar una táctica más amplia y flexible para afrontarlo. Lograr armonía y bienestar son metas que se buscan toda la vida pero nunca se alcanzan de manera definitiva; sin embargo, los expertos aconsejan mantenerse alerta a la aparición de factores de estrés y analizar el modo de responder ante ellos; llevar una dieta equilibrada, hacer ejercicio con regularidad y tratar de dormir lo necesario; no tomar decisiones precipitadas ni radicales para solucionar los problemas; buscar ayuda cuando haga falta; practicar diariamente alguna forma de relajación y respiración, yoga o meditación; dar rienda suelta a los sentimientos ante los demás, y si esto resulta difícil, recurrir a la psicoterapia, la terapia por medio del arte o la terapia bioenergética.


Otra medida útil es trazar un “proyecto de vida” personal, es decir, una relación de datos en la que figuren sucesos importantes como el matrimonio y el nacimiento de los hijos, las enfermedades padecidas, las actividades presentes, las metas y ambiciones para el futuro y, por último, la fecha en que se desearía morir. Esto quizá proporcione una nueva visión de los problemas y ayudará a tomar medidas para afrontar las vicisitudes venideras.

 

Consejos de Psicoterapia como tratamiento psicológico para el estrés

El mejor antídoto contra el estrés es aprender a relajarse, ya sea mediante una técnica específica como el yoga o dedicando los ratos libres a descansar y divertirse. Es conveniente fijarse un límite razonable en cuanto al tiempo de trabajo y no rebasarlo, y procurar reposar 5 minutos después de cada hora de actividad. Vale la pena hacer frente a los problemas sin esperar a que se acumulen, y recordar que no es lo mismo pensar en una dificultad que preocuparse por ella; para que las cosas resulten bien hay que fijarse metas realistas y sobre todo asequibles.

 

Consejos de Naturopatía como terapia alternativa para el estrés

Para contrarrestar el estrés hay que alimentarse bien, y tomar complementos de vitaminas y minerales si se requiere. Es conveniente dejar de fumar y abstenerse de ingerir bebidas alcohólicas, café y tranquilizantes; también hay que procurar hacer ejercicio, practicar técnicas de relajación o meditación y darse tiempo para reposar y olvidarse de las presiones de trabajo.


Consejos de Herbología como terapia natural para el estrés

Las infusiones de toronjil, manzanilla, hierba gatera y flores de tila ayudan a relajarse. Algunos herbolarios aconsejan hacer cambios en el régimen de vida e incluir avena en la alimentación diaria (a menos que se padezca intolerancia al gluten), y a veces prescriben infusiones de escutelaria, valeriana, prímula, verbena e hipérico; las tres primeras hierbas tienen efecto relajante y las dos últimas ayudan a recuperar el vigor.


Consejos de Homeopatía como terapia alternativa para el estrés

Se suele prescribir Ignatia 30 si el estrés se debe a un choque emocional u otra experiencia desagradable, y Nux vomica si el exceso de trabajo, diversión, comida o bebida provoca trastornos digestivos e irritabilidad. Phosphoric acidum es el remedio indicado para estudiantes sometidos a presión y para cualquiera que se sienta débil y deprimido a consecuencia del estrés.


Consejos de Arteterapia como psicoterapia para el estrés

Esta forma de tratamiento da oportunidad al paciente de liberar la tensión reprimida y desahogar su frustración en forma creativa; además, le ayuda a sacar a flote sus sentimientos y pensamientos más recónditos con entera libertad.


Consejos de Tai Chi como psicoterapia para el estrés

Esta disciplina ayuda a equilibrar el cuerpo, la mente y las emociones, además de servir para relajarse y para ajustar el flujo de energía corporal. Se enseña al paciente a respirar en forma apropiada mientras realiza una serie de movimientos coordinados, en particular un tipo de exhalación que ayuda a alcanzar un estado de absoluta tranquilidad. Se dice que el tai chi mejora la postura y que promueve una armonía interior en un ambiente libre de factores de estrés.


Consejos de Danzaterapia para el estrés

Puede realizarse en forma individual o en grupo, contrarresta la tensión y favorece la relajación, además de ayudar a expresar las emociones reprimidas.


Consejos de Cromoterapia para el estrés

Se afirma que prescindir del uso de lámparas fluorescentes en el trabajo puede ayudar a reducir el estrés.


Consejos de Masaje como terapia natural para el estrés

Si el estrés se debe a un trastorno físico o emocional, la aplicación de un masaje general con movimientos suaves puede ayudar a levantar el ánimo, fortalecer las defensas del organismo y, con el tiempo, recuperar la salud.


Consejos de Reflexología como terapia natural para el estrés

La finalidad de este tratamiento es inducir la relajación, pero también puede utilizarse para combatir síntomas físicos.


Consejos de Músicoterapia como tratamiento psicológico del estrés

El simple acto de ponerse a escuchar música en casa constituye una buena manera de relajarse después de un día pesado; además, asistir a sesiones de terapia en grupo ayuda a las víctimas del estrés a liberar las tensiones y expresar sus sentimientos.

 

Consejos de Entrenamiento Autógeno como tratamiento del estrés

Se emplea para enseñar a la persona a contrarrestar los factores de estrés y a prepararse para afrontar futuras situaciones de desgaste.


Consejos de Hipnoterapia como terapia Psicológica para el estrés

Se enseñan al paciente técnicas de autohipnosis para relajarse y también se le hacen sugerencias en trance hipnótico para que reaccione de otro modo ante el estrés.


Consejos de Yoga como psicoterapia para el estrés

Esta disciplina promueve la relajación y el equilibrio entre el cuerpo y la mente mediante la enseñanza de técnicas de respiración y posturas corporales.


Consejo Clínico Ortodoxo para el estrés

Los médicos suelen proporcionar consejos generales para mitigar el estrés, como trabajar menos tiempo, practicar deportes o aprender métodos de relajación, y si lo consideran necesario, prescriben tranquilizantes u otros fármacos.

Nota Importante:

El Consejo Profesional de Terapeutas le recomienda que se asegure que su terapeuta cumple con un código ético como terapeuta profesional, y de que cuenta con la formación adecuada en su especialidad, bien sea como especialista en la materia, o incluso como doctorado

El Consejo Profesional de Terapeutas no asume ninguna responsabilidad del uso de los consejos terapéuticos y sus posibles efectos en la salud, y aconseja consultar siempre con los especialistas de cada rama. No tome por su cuenta medicamentos que deban ser prescritos por un profesional sanitario acreditado. No deje de tomar ningún medicamento que le haya sido prescrito por un profesional sanitario sin la supervisión adecuada.

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